Ron and Lux, Lux and Ron... ODA AL GUERRERO,



Ron Asheton (17/07/48 - 06/01/09) y Lux Interior (21/10/46 - 04/02/09), se fueron de este mundo.
Guitarra fundador de The Stooges el primero y frontman y alma matter de los esquizofrénicos The Cramps el segundo, habían conseguido, tarde pero meritóriamente, el status de “figuras de culto” en vida.
Representantes del lado más salvaje, directo y visceral de la historia del rock. El punk-rock primitivo de The Stooges y el punk-garage-psychobilly de serie Z de The Cramps, dieron de si algunos de los episodios más impactantes de la historia del rock. Pocos, como ellos, han expresado en sus trabajos y sus directos, auténticas experiencias vitales, hasta el punto de violentas, como lo han hecho ellos. Salvajes, psicóticos, sucios como nadie. Ambos a su manera y eso si, con escaso reconocimiento durante muchos años.
Tampoco ahora, siendo mundialmente respetados por la prensa especializada, (Incluso en nuestro “rockero” país conseguimos tener Stooges en su reunión hasta en la sopa...), recibiendo ese tardío reconocimiento constante a su labor, de viejas y nuevas generaciones, no se ha tambaleado el mundo por sus muertes, cierto. Pero para alguno de nosotros el vacío dejado es extrañamente triste...
Ni son los primeros, ni serán los últimos, la era rock se muere por momentos y la labor espontánea y sincera de grandes como ellos va a ser irrepetible.
De alguna manera, les veo como a dos viejos guerreros. Atrás ha quedado su guerra. Miles de batallas. Royendo lo más sucio y terrible del mundo rock. Experiencias extremas. Y su transmisión, bien sea a modo de aullido o riff distorsionado, sin duda, deliciosamente exquisita, demencialmente extraordinaria, sin parangón.
Sin duda, su repentino descanso de guerreros se me antoja, cuanto menos, tristemente merecido...
Nunca más volveremos a quedar noqueados ante el riff tosco y constante de agresividad y suciedad de Ron en un escenario. Lejos quedan sus imágenes antológicas junto a su hermano Scott y al gran Iggy, en posturas adolescentes aberrantemente ofensivas, esvásticas de por medio, sangre y provocación. Tampoco podremos volver a ver a Lux aullándonos como un poseso mediante flashes Elvisterianos en látex negro o cediendo el protagonismo del show a su sudoroso asshole, vía micrófono, en auténticos ejercicios de posesión delirante... Nunca más podremos, al menos no en este mundo.
Pese a ese reconocido estatus, a día de hoy, sus figuras (endiosadas por miles de fans en todo el mundo) eran un reflejo sencillo y cercano de la estrella de rock underground, más que nunca. Imposible no quedar prendado del submundo y parafernalia serie B que respiraba Lux con su entrañable Ivy a su lado... Asheton, aunque más distante, desprendía honestidad y agradecimiento en sus entrevístas, gozando de una confortable posición en el negocio, a raíz de su reunión con los Stooges.
Es más que evidente que la conexión con su música, a lo largo de estos años, había logrado que algunos les encajáramos, conscientemente, como “colegas en la distancia”, con lo que sus muertes se evidencian.... pérdidas irremplazables.
Queda pues la resignación por un lado, el recuerdo por otro y lo más positivo de todo: su legado. Sumergirse en la vorágine de “Fun House” o disfrutar espasmódicamente de “Songs the Lord taught us” una vez más, es un privilegio, una auténtica fortuna... ¿Que habría sido de nosotros sin ellos...?.

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